viernes, 15 de junio de 2012

Untitled


Me siento bien, quiero creer. 

En cuatro años han pasado Grenoble, Barcelona, Guanajuato, Monterrey y DF para finalmente llegar a Colima.  Es verdad que uno se acostumbra muy rápido al ritmo de cada ciudad a la que va.  Viniendo del DF,  todavía estoy acostumbrado a creer que los minutos importan muchísimo. Una hora dividida en tercios puede servir para hacer las llamadas pendientes, ir al banco y terminar llevando tu ropa a la lavandería. Aquí, aún existe la siesta antes de volver a la oficina( ya tuve una cercana a las dos horas).

Trato de hacer memoria de cómo me sentía recién llegando a cada uno de los nuevos hogares.  Razono que han sido en etapas distintas pero aún así no logro meterme en lo que sentía.  Ahora mismo me siento contento.  Vine a esta cuidad buscando bajarle de huevos y ponerme a trabajar y a hacer ejercicio; lo que realmente quise después de Grenoble:  llegar a un lugar sin que nadie me conozca.  Curioso, conozco a un putero de colimenses pero ninguno de ellos vive aquí.

Por lo pronto ahí va la cosa.  Todavía choco con las paredes en mi propia casa si la luz está apagada.  Aún tengo un par de cajas cerradas pero yo ya me siento en casa.

Hoy vuelvo a abrir esta caja después de más de dos años. En caliente, sin releer lo que aquí hay.  No me espanto, sigo siendo el mismo.


R.